martes, 23 de febrero de 2010

Entrevista a Francoise Dolto: La primera educación



En una entrevista realizada a Francoise Dolto podemos encontrar una síntesis acerca de su mirada sobre los primeros momentos de la vida del niño.
E: Se dice a menudo que la primera educación, la de los primeros meses y de los primeros años de vida es muy importante.
F.D.: Es absolutamente cierto. Pero cuando se dice eso no se trata de la educación que los padres intentan dar conscientemente. No tiene que ver con los comportamientos que nos esforzamos por imponer al niño. Se trata del respeto a sí mismo que se inculca al niño y que procede del respecto que el adulto tiene por él. Es una educación que viene de la que el padre mismo ha recibido. Una persona que oyera solamente lo que los padres dicen al niño no se haría idea de lo que es esta educación. Porque en primer lugar, no es un discurso. Ante todo, es una manera de ser que inspira al niño confianza o desconfianza en sí mismo, que le inculca el orgullo de su sexo y de sus iniciativas, que le da la seguridad de ser siempre amado, por más que haga, aun cuando a veces lo regañen.
En el fondo la educación en el sentido fundamental en que hablo de ella aquí es una cuestión de seguridad o de inseguridad. Es lo que permite la expresión del dinamismo del niño o, por el contrario, lo que lo paraliza. Por esta razón la primera educación es imborrable, entendiendo por ello que la misma va a estructurar la personalidad del niño, su manera de ser en la vida. Y esta personalidad es un poco como el tronco del árbol. Un árbol que brota, es un retoño pequeño y frágil. Pero ya se sabe si tendrá tres o cuatro ramas maestras. Más tarde podrá desarrollar su ramaje, el tronco podrá tener cincuenta centímetros de diámetro, pero tendrá siempre sus tres o cuatro ramas maestras que han constituido su estructura de partida.
El niño debe estar integrado de pleno derecho en la vida de la pareja, como un ser humano, varón o niña, en una relación de dignidad con sus padres. A un niño no se le trata como a una muñeca. Ni siquiera es suficiente con ser amable con él. Hay que respetarlo plenamente. Hay que respetarlo hasta en sus miradas. Educar a un niño es ayudarle a sentirse un ser humano de pleno derecho entre otros seres humanos. Y esto se debe hacer en una situación que yo llamo triangular, que comprende al padre, a la madre y al hijo. El niño debe sentirse uno de los tres polos. De otro modo, si no se tienen más que dos polos, es decir, la madre y el hijo, se da una situación dual, una situación de espejo, y no hay nada peor para el niño, porque eso paraliza sus posibilidades dinámicas para el porvenir. No se trata sólo de inculcar buenos hábitos, sino de situarnos plenamente en el nivel de la dinámica inconsciente. Así, aunque el padre esté ausente físicamente, la madre debe hacer referencia siempre a él para asegurar una situación triangular. Debe decir al niño pequeño: “Si tu padre no hubiera estado aquí, tú no habrías nacido. Tu tienes un padre como todo el mundo y más tarde, lo buscarás. En la actualidad estoy enfadada con él, pero cuando viniste al mundo yo lo amaba. Y como te quiero a ti, eso prueba que había en él cosas muy buenas”. Por desgracia esto no es siempre lo que pasa. Entonces es muy importante que esta reconciliación entre la madre y el niño a propósito del padre pueda hacerse lo más pronto posible.
E: Cada vez hay más madres que trabajan fuera del hogar, incluso cuando su hijo es muy pequeño. ¿Es posible remediar esta ausencia de la madre?
F.D.: Ocurre en efecto que la madre tiene a veces verdadera necesidad de trabajar fuera de casa, por razones de dinero, o todavía más por razones de salud. Lo que hay que decir referente a esto es que el niño no necesita tener a su madre las veinticuatro horas del día. Sobre todo no tiene necesidad de una madre depresiva, como podría hoy estar por tener que quedarse en casa. De lo que el niño tienen necesidad es de estar todo el tiempo seguro junto a una persona fiable y de saber que su madre es su madre y que la otra persona es un sustituto pagado por su madre y responsable por poderes. Lo importante, tenga el niño, quince días, tres meses o dos años, es que se le diga la verdad sobre lo que pasa a su alrededor y le concierne. “Te confío a esta persona. Volveré en seguida”. Y hay que dejar llorar al niño si está triste por la separación.
Es preciso que el niño sepa que él será siempre, irrevocablemente, el hijo de su madre y de su padre y que eso no se podrá cambiar nunca. Lo que digo de la madre es cierto para el padre también. Es bien sabido que a menudo el padre que ha engendrado a un niño no es su papá más tarde. Es sustituido por un padre adoptivo o al menos por el que se convierte en el marido de su madre o a veces, por la madre misma, que debe asumir sola la educación del niño. Entonces es muy importante que el niño sepa que hay un padre que le ha engendrado, aunque él no lleve su nombre porque ha sido adoptado por otro. En cuanto al hombre que vive con su mamá es el papá, es decir, el que le impide el paso al lecho de mamá (función paterna). Es preciso que el niño sienta que la mujer adulta y el hombre adulto que viven juntos tienen prerrogativas que no son de su nivel. Es absolutamente necesario que haya una situación triangular y que la madre responda a las exigencias de otra persona que no sea su hijo. Es esencial. Es la clave de una educación sana.
E. Hay madres solteras y también están todas las madres que, después de una separación se encuentran solas con niños muy pequeños. ¿La ausencia del padre es una carencia seria para el niño?¿Es posible compensar esa ausencia?
F.D.: Para compensar la ausencia del padre, no hay que hacer como si estuviera muerto o no hubiera existido nunca, pues es de suma importancia evitar que el niño piense que sustituye a su padre junto a su madre. Si ésta se consuela de la pérdida de su marido con su hijo o su hija pervierte de algún modo la relación. Este acaparamiento del hijo también puede ocurrir aun cuando un hombre esté presente físicamente en casa. Pues no basta que la madre tenga un cónyuge. Es preciso que se ocupe de él, que lo desee, que ella tenga su trabajo, sus distracciones, sus relaciones, de manera que el niño no ocupe todo el sitio y se dé cuenta de que, haga lo que haga, no conseguirá ocuparlo y que debe más bien abrirse a un horizonte más vasto que el constituido por la madre sola. Y lo que digo aquí no es solamente una cuestión de rol. Es una cuestión de ser. Sin duda, el niño tiene necesidad de su padre y de su madre. Pero, por medio de sus padres, el niño extrae su origen de dos linajes y tiene necesidad de estos dos linajes, y derecho a ellos. El niño tiene necesidad de beber en sus dos linajes, más allá de su madre y de su padre.
E: Se dice que es muy importante sostener a un niño pequeño en brazos, apretarle contra uno, acariciarlo.
F.D.: Yo diría que hay que hacerlo porque se tienen verdaderas ganas y no porque lo hay recomendado tal o cual pediatra. Hay que hacerlo por amor casto al niño, igual que hemos sido amados castamente por nuestros padres. Dicho esto, está bien claro que es completamente natural expresar a un niño por caricias que se le ama, y el niño lo necesita. Se utiliza entonces el lenguaje corporal para comunicarse con él. Pero en el ser humano, el lenguaje corporal debe ser doblado en palabras. La madre debe hablar a su hijo, decirle quién es, que relación tiene con ella...Eso da otra dimensión a las caricias mismas.

Función paterna



La función paterna es imprescindible en la constitución subjetiva del niño. Al igual que la materna, es una función simbólica y no biológica. Es esto queremos decir que no necesariamente la existencia de una madre o de un padre garantizan el ejercicio de la función, así como su ausencia en lo real no significa que no haya un efectivo ejercicio de ésta.
La función paterna es la encargada de efectivizar la separación entre la madre y el bebé. El padre es el representante de la ley y cumplirá una función de corte en aquella relación originaria y poblada de certezas. Será el primera agente de “los otros”, del discurso del conjunto, y como tal, brindará emblemas y atributos extrafamiliares que introducirán la oferta de objetos sustitutivos para que la separación de ese primer vínculo no signifique la pérdida de todo referente. Propiciará la salida al campo social introduciendo objetos (ideas, emblemas, instituciones) que anticipan el mundo exogámico e inscriben a ese niño en un campo filiante. Cuando la función paterna reclama a la madre su mirada, no deja al niño en el vacío, le propone una serie de lugares e ideas que le permitan irse alejando de esa relación primaria. Debemos pensar la ley en su carácter estructurante, ordenador y constitutivo del psiquismo. Posibilitadora de la terceridad, la función paterna garantiza que el discurso materno no emane de un poder abusivo, sino que se sostenga en un discurso social que lo avale. El padre representa, en la estructura familiar de nuestra cultura, el que permite a la madre designar, en relación con el niño y en la escena de lo real, un referente que garantice que su discurso, sus exigencias, sus prohibiciones no son arbitrarias y se justifican por su adecuación a un discurso cultural que le delega el derecho y el deber de transmitirlos.

Función materna



En los orígenes de la constitución subjetiva se encuentra el Otro, como condición y como posibilidad. Este Otro, del que nos habla Lacan, que nutre, asiste, arrulla, mima, alimenta, toca, abriga, habla, imagina a su bebé, acompaña el cuidado de sus necesidades básicas como sólo otro ser humano con una subjetividad constituida puede hacerlo. En esta asistencia de la vida y de su capacidad de autoconservación, el Otro introduce algo radicalmente distinto de lo biológico, que será el motor de la complejización psíquica.
En este sentido el Yo sólo puede constituirse en la medida en que el contacto haya acontecido y haya encontrado maneras de tramitación y ligazón de lo que allí se produce.
Los primeros tiempos en la vida de un niño dependen de los contactos con su madre o con quien ejerza esa función, y transcurren a partir de ellos. El mundo se presenta por contacto, siendo la falta del mismo la raíz de algunos cuadros psicopatológicos, como los descriptos por Rene Spitz: casos de marasmo, hospitalismo, o bien los casos que propone la literatura de niños salvajes u hombres lobos.
Freud nos habla de la instauración de la sexualidad a partir del placer, la pulsión y la relación que se genera con la madre en el momento del amamantamiento, por ejemplo.
La función materna establece un vínculo donde circulan corrientes pulsionales y donde además la madre permite al hijo ligar, conectar sus primeros impulsos, complejizando sus respuestas más reflejas. Se produce así una apertura del psiquismo, ya que la madre ofrece una imagen identificatoria, aportándole sentidos, significados...una imagen de ese niño que será proyecto, anhelo, filiación. De esta forma la función materna codifica y transmite significaciones sobre el niño. Es la madre la que decide si el niño tiene frío, hambre, sueño, si está triste, contento, sensible, si hoy prefiere plaza o vereda, y así sucesivamente.
En esta instancia de los primeros constantes el mayor esfuerzo de la madre no es el de la decodificación del mensaje del niño, sino de “codificar” sus necesidades, ponerles un nombre, otorgarle una prioridad, asignarle un objeto que la satisfaga.
La palabra materna porta un flujo creador de sentido que se anticipa en mucho a la capacidad del niño de reconocer su significación y de retomarla por cuenta propia.

La constitución del mundo interno




Sostiene Ana Quiroga (La constitución del mundo interno, 1979) que ciertos rudimentos de actividad psíquica en la vida intrauterina, como antecedentes o prefiguraciones de mecanismos, de operaciones mentales se ponen en juego desde los primeros momentos de la vida extrauterina, señalando una primera diferenciación entre sensaciones placenteras y displacenteras, constituyéndose un registro de experiencias que configura una MATRIZ DE UNA PRIMERA CATEGORIZACIÓN DE LA EXPERIENCIA, y en consecuencia la matriz de una primera categorización del objeto y más tarde del vínculo. Esta hipótesis se sustenta en relación a los primeros instantes de vida extrauterina, como continuidad de la vida intrauterina., siendo observable desde los primeros instantes de vida. Cuando la cabeza del bebé emerge del cuerpo de la madre, su expresión es de dolor, de esfuerzo. Está en esos segundos exigido de resolver su necesidad más vital: recibir oxígeno. Debe llenar sus pulmones de aire por primera vez, dar la primera bocanada. A la vez su cuerpo está estremecido por las contracciones uterinas y por sus propios esfuerzos por salir. Estos segundos que parecen y que quizá son tan dramáticos, dejan o debieran dejar inmediatamente lugar a sensaciones placenteras, al ser apoyado sobre el cuerpo de la madre, acercar su boca al pecho para que succione, etc. Lo placentero de las sensaciones se expresa en los cambios corporales que se observan en él, en los matices de expresión de su cara, en una distensión de sus músculos.
La SITUACION DE NACIMIENTO es emergente del interjuego y de la articulación entre dos ciclos vitales: el materno y el fetal. En la situación de embarazo, madre e hijo constituyen una unidad orgánica y funcional, sus organismos están íntimamente unidos, en interacción permanente, provocando continuamente modificaciones recíprocas. De ahí que se hable en esta etapa de una organización simbiótica. El nacimiento implica una ruptura de la continuidad. El primer momento de discontinuidad, la estructuración de una nueva organización vital para el bebé y para la madre, el ingreso en otro ritmo metabólico, hormonal, fisiológico y emocional. Pero el nacimiento es el resultante natural de un proceso de maduración por el cual el feto ha alcanzado el repertorio de instrumentos necesarios para afrontar la crisis de nacimiento, el ingreso en un sistema vital progresivamente autónomo.
El nacimiento es un hecho que entraña una contradicción, porque si bien implica para el bebé el abandono, la pérdida de un sistema vital, de sus condiciones previas de vida, si bien implica una exigencia adaptativa masiva, surge a la vez como una necesidad biológica inaplazable, ya que por su grado de maduración, cumplido el ciclo fetal, el medio intrauterino ya no constituye el más apto para la vida. Es por ese carácter contradictorio de la situación de nacimiento que se habla de crisis de nacimiento, ya que se trata de un salto de calidad en el proceso de desarrollo, que determina una sustancial modificación de las condiciones de vida, a la vez que plantea al sujeto un impacto y la exigencia de resolución de múltiples exigencias adaptativas. La situación de nacimiento marca así una REDEFINICION SUSTANCIAL DE LAS CONDICIONES DE VIDA, como:
- Pérdida de un tipo de adaptación
- Paso de una situación previa en la que había adaptación plena
- Emergencia masiva de exigencias adaptativas
- Desarrollo de nuevas formas de conducta.
La crisis de nacimiento se registra desde esos rudimentarios niveles de organización como un proceso en el que emergen intensas ansiedades, sentimientos de pérdida y ataque, configurándose una situación inicial a la que Enrique Pichón Riviere denomina PROTODEPRESION.
Afirma Sigmund Freud en Inhibición, Síntoma y angustia que la situación de nacimiento carece de contenidos psíquicos. Señala allí, en polémica con Otto Rank, que el recién nacido no puede tener conocimiento alguno del peligro que el nacimiento significa para la conservación de la vida. Para Freud, lo que registra el feto en la situación de nacimiento es una extraordinaria perturbación de la economía de su libido. El nacimiento es para él una experiencia prototípica de displacer, frente a la cual el sujeto reacciona con un determinado tipo de descarga, que se configura en el modelo corporal de la angustia.
Para Melanie Klein desde los primeros momentos de la vida postnatal el bebé experimenta ansiedades provenientes de fuentes internas y externas. La fuente interna de ansiedad persecutoria, la causa primaria estaría en la operación interna que genera el temor a la aniquilación.
Enrique Pichon Riviere señala a partir del registro de experiencias de frustración, de privación de sufrimiento emergen en el interjuego necesidad—satisfacción, resolviéndose para el sujeto en forma gratificante o frustrante. Se generan en el bebe ansiedades que él denomina protodepresión, definiéndola como la reacción ante la pérdida de un objeto. La privación, la pérdida del objeto son las condiciones de la depresión. Apunta tanto al carácter real y objetivo de la pérdida como a su registro por el recién nacido, que si bien no cuenta con una organización yoica que le permita distinguir entre él y el objeto, vive la situación de cambio, de pasaje de una organización vital a otra, registrándola corporalmente como privación, como exigencia adaptativa, como displacer.
En consecuencia, la reacción del recién nacido ante la pérdida del vientre materno y ante la experiencia desorganizante de nacimiento es la de sufrir ansiedades y de pérdida y ataque. El monto de estas ansiedades está relacionado con el tipo de experiencia de nacimiento, con el tipo de parto, con el desciframiento vincular, social de sus necesidades y su satisfacción. El monto de privación, la ritmia de ansiedades lleva a una situación de desorganización, de confusión, en la que pareciera inhibirse esa rudimentaria capacidad discriminatoria inicial. Pero la experiencia con el objeto, el contacto con el cuerpo materno, permite la adaptación, la recuperación del vínculo. El registro de la situación es eminentemente corporal, corporalmente registra la privación y la recuperación.

lunes, 22 de febrero de 2010

DINÁMICAS FAMILIARES A PARTIR DE LA LLEGADA DEL PRIMER HIJO



El nacimiento del primer hijo hace que la pareja participe de nuevas situaciones y tareas. El resultado puede ser una experiencia que los enriquezca o el desencadenante de un camino de desencuentros.
Hay situaciones que pueden ser un elemento clave para examinar las dinámicas que la familia plantea para su abordaje, pudiendo ser el mismo conflictivo o no. La forma de alimentar a un bebé sería una de ellas.
Darle de mamar cada vez que se queja o llora es un comportamiento que tiene causas y produce consecuencias. Entre las causas, podríamos encontrar la dificultad de la mamá a tolerar los momentos de angustia o incomodidad del bebé. Contagiarse de la angustia del hijo cuando éste llora y descubrir que ponerlo al pecho lo calma lleva a esta mamá a responder siempre de la misma manera a los reclamos del hijo. Aun cuando el niño no llore por hambre, sino por otros motivos, como frío, molestias o cólicos.
La actitud de calmar al bebé siempre con el pecho puede impedir el aprendizaje de otros comportamientos, por ejemplo, descubrir formas de autocalmarse: moviéndose, chupando sus manos, emitiendo sonidos, mirando un movimiento, etc. Si su inquietud o malestar siempre es leído por la mamá como necesidad de comida, se estarán desaprovechando los primeros intentos del bebé de comunicar otros deseos y necesidades y descubrir que los demás los han comprendido.
Estas conductas también tendrán consecuencias para la mamá, en primer lugar porque al adoptar esta forma de amamantamiento llega a sentir que la presencia del bebé se vuelve incompatible con su vida de mujer adulta. Esto indudablemente se hace extensivo a su relación de pareja, porque la posición de centralidad que otorga al bebé le impide compaginar las necesidades individuales y de pareja con las del niño.
En muchos casos la madre recurre a su propia madre, debido al natural acercamiento que se produce entre ambas en la etapa del embarazo y posterior nacimiento. Pero muchas veces privilegiar la palabra de la madre por encima de las demás, muchas veces de la de su propia pareja, puede impedir a la pareja crear un espacio propio y lograr entre ellos contenerse y apoyarse en las situaciones nuevas y las decisiones que de ellas se deriven.
T. Martín Burrone plantea que en el momento del nacimiento del hijo la pareja necesita hacer algunas reacomodaciones relativas a:
Ä Cuidar la privacidad familiar: el nacimiento del primer hijo suele desorganizar los límites que pudo haber puesto la pareja para cuidar su intimidad. Abuelos, tíos y amigos suelen atravesar el límite de la privacidad familiar y entrometerse en tareas que sólo le competen a la pareja de padres. Hay entornos familiares y sociales que respetan y estimulan los límites, mientras que en otros la pareja debe hacer un gran esfuerzo para lograr ser comprendidos y respetados en la organización y forma de funcionamiento interno que han logrado establecer.
Ä Compaginar necesidades: el nacimiento de un hijo plantea a los padres una serie de reajustes en la organización cotidiana para ofrecer al bebé los cuidados y la atención que necesita. Esto, sin embargo, no significa anular la vida que como adultos necesitan mantener para ser más plenos en las nuevas responsabilidades y funciones que deben asumir.
Estar a cargo de un hijo: Debido a su total dependencia el bebé demanda y los padres aprenden a satisfacer sus necesidades. La forma en que desempeñen estas tareas depende en gran parte de la posición en la que se encuentren. Si siguen siendo más hijos que padres, será muy difícil que puedan cumplir adecuadamente sus funciones. Es prácticamente imposible ponerse a cargo de un hijo cuando sólo se espera ser cuidado. El amamantamiento es una tarea que incrementa la relación de proximidad de la madre con el bebé. En algunos casos esto puede conducir a que las madres sobrevaloren su accionar y tiendan a excluir al padre, dando lugar a un verdadero romance con sus hijos. Algunos aceptan la situación como se presenta y delegan cómodamente en la madre sus funciones, otros harán lo posible por no quedar afuera, pero también están los casos en que la actitud excluyente de las madres genera un desencuentro de pareja que lleva al padre a tomar distancia de la familia y refugiarse en el trabajo u otras relaciones.

El embarazo en la historia vital de un sujeto.


La historia vital de un niño nos provee de una serie de datos relativamente objetivos vinculados a las condiciones actuales de su problemática y de la realidad de su vida anímica, permitiéndonos, al mismo tiempo, detectar el grado de individuación que el niño tiene de la madre y la conservación de su historia en ella, a través del discurso.
En nuestra labor psicopedagógica, tanto en las entrevistas psicodiagnósticas como en instancias de un tratamiento psicoterapéutico ciertos datos de esta etapa vital (embarazo y nacimiento) de un niño pueden cobrar relevancia para comprender más hondamente a la/s persona/s con quien/es estamos trabajando. Es importante registrar la historia que trae la madre, su respuesta emocional ante el anuncio del embarazo, si fue un embarazo deseado o no, abortos previos, evolución y elaboración de sus sentimientos, rechazo al hijo o al sexo del niño.Son altamente significativos los siguientes datos:


ANTECEDENTES PRE-NATALES:


· Condiciones de gestación, alimentación y cuidado sanitario de la madre. Posibilidades y carencias materiales y nutricionales.
· Expectativas de la pareja y de la familia frente a la llegada del niño.
· Datos genéticos y hereditarios familiares de importancia.
· Enfermedades en el embarazo que son potencialmente lesivas: rubeola, toxoplasmosis, hepatitis, citomegalovirus, varicela, parotiditis, poliomelitis, diabetes, sífilis. Las consecuencias están asociadas con parto con producto muerto, aborto, ceguera, deficiencia mental, sordera, microcefalia.
· Uso de drogas, medicamentos y otros agentes químicos. Rayos X.
· Emoción materna, ambiente social y familiar.
· Exámenes pre – natales en un embarazo normal:
* Indagación de la última fecha de menstruación, para conocer la fecha probable de parto y las semanas de gestación.
* Peso de la mamá, para controlar las curvas de crecimiento del bebé. Lo normal es aumentar en todo el embarazo entre 9 y 12 kg.
* Medición de la presión arterial: para detectar y evitar complicaciones como la preclampsia, por ejemplo.
* Examen de orina para detectar nivel de proteínas, azúcar y cetona.
* Latidos fetales para comprobar la frecuencia cardíaca del bebé y la presencia de signos vitales.
* Palpación abdominal para medir la altura del útero y el crecimiento del bebé.
* Edad de la madre (considerando factor de riesgo a las madres menores de 16 años y mayores de 35 años) y estado general de salud.
* Exámenes de laboratorio: HEMOGRAMA (detección de anemia), GLUCEMIA (detección de diabetes), ORINA COMPLETA (detección de diabetes, infecciones renales) VDRL (detección de sífilis), TOXOPLASMOSIS, CHAGAS, GRUPO Y FACTOR, VIH / SIDA.
* Control odontológico y de vacuna antitetánica.
· Estudios pre– natales posibles en embarazos de riesgo:
* Detección de ALFAFETOPROTEINA, entre las 16 y 18 semanas de gestación. La presencia en altos niveles de esta sustancia en sangre de la mujer embarazada puede indicar columna bífida, problemas raquídeos, gemelos; y en niveles inferiores supone riesgo de Síndrome de Down.
* Biopsia de VELLOSIDAD CORIONICA, entre las 8 y 10 semanas, se realiza una extracción de células coriónicas, realizándose un análisis cromosómico que permite detectar anormalidad fetal. Se sugiere en mujeres embarazadas mayores de 35 años o en historias familiares de alteraciones genéticas.
* AMNIOCENTESIS que consiste en la extracción de una muestra delíquido amniótico para realizar un análisis cromosomático de células que permite la detección de defectos congénitos (espina bífida, síndrome de Down), desordenes hereditarios, la cantidad de oxígeno, el sexo del bebé, contenido de bilirrubina, incompatibilidad de Rh.

ANTECEDENTES PERINATALES:


· Circunstancias del parto. Parto natural o cesárea, o con producto muerto.
· Sufrimiento fetal, cianosis (falta de oxígeno) o lesión.
· Circunstancias perinatales como falta de dilatación, placenta previa, circular de cordón, parto de nalgas, forceps, postergación de cesárea, incompatibilidad de Rh; pueden producir destrucción de células nerviosas que no se reproducen y provocan transtornos posteriores como parálisis cerebrales, o dificultades en el nivel de adecuación perceptivo– motora.
· Bebés prematuros: edad gestacional entre 28 y 40 semanas y peso menor a 2.500 g. Dificultades respiratorias, para succionar y controlar temperatura.


ANTECEDENTES POST-NATALES:


· Caracterización del momento posterior al parto. Adaptación a exigencias de supervivencia del recién nacido. Llanto, succión y sueño. Lactancia. Tiempo dedicado al bebé.
· Nivel de adaptación de los padres al niño: tiempo individual y grupal, lectura del las demandas infantiles, eficacia en satisfacer las necesidades del bebé.

En el vientre materno.


Te invitamos a mirar el documental "En el vientre materno" difundido por National Geographic, donde podrás apreciar la evolución del embarazo, desde la gestación de un niño y el desarrollo del embarazo en la madre.