martes, 23 de febrero de 2010

Entrevista a Francoise Dolto: La primera educación



En una entrevista realizada a Francoise Dolto podemos encontrar una síntesis acerca de su mirada sobre los primeros momentos de la vida del niño.
E: Se dice a menudo que la primera educación, la de los primeros meses y de los primeros años de vida es muy importante.
F.D.: Es absolutamente cierto. Pero cuando se dice eso no se trata de la educación que los padres intentan dar conscientemente. No tiene que ver con los comportamientos que nos esforzamos por imponer al niño. Se trata del respeto a sí mismo que se inculca al niño y que procede del respecto que el adulto tiene por él. Es una educación que viene de la que el padre mismo ha recibido. Una persona que oyera solamente lo que los padres dicen al niño no se haría idea de lo que es esta educación. Porque en primer lugar, no es un discurso. Ante todo, es una manera de ser que inspira al niño confianza o desconfianza en sí mismo, que le inculca el orgullo de su sexo y de sus iniciativas, que le da la seguridad de ser siempre amado, por más que haga, aun cuando a veces lo regañen.
En el fondo la educación en el sentido fundamental en que hablo de ella aquí es una cuestión de seguridad o de inseguridad. Es lo que permite la expresión del dinamismo del niño o, por el contrario, lo que lo paraliza. Por esta razón la primera educación es imborrable, entendiendo por ello que la misma va a estructurar la personalidad del niño, su manera de ser en la vida. Y esta personalidad es un poco como el tronco del árbol. Un árbol que brota, es un retoño pequeño y frágil. Pero ya se sabe si tendrá tres o cuatro ramas maestras. Más tarde podrá desarrollar su ramaje, el tronco podrá tener cincuenta centímetros de diámetro, pero tendrá siempre sus tres o cuatro ramas maestras que han constituido su estructura de partida.
El niño debe estar integrado de pleno derecho en la vida de la pareja, como un ser humano, varón o niña, en una relación de dignidad con sus padres. A un niño no se le trata como a una muñeca. Ni siquiera es suficiente con ser amable con él. Hay que respetarlo plenamente. Hay que respetarlo hasta en sus miradas. Educar a un niño es ayudarle a sentirse un ser humano de pleno derecho entre otros seres humanos. Y esto se debe hacer en una situación que yo llamo triangular, que comprende al padre, a la madre y al hijo. El niño debe sentirse uno de los tres polos. De otro modo, si no se tienen más que dos polos, es decir, la madre y el hijo, se da una situación dual, una situación de espejo, y no hay nada peor para el niño, porque eso paraliza sus posibilidades dinámicas para el porvenir. No se trata sólo de inculcar buenos hábitos, sino de situarnos plenamente en el nivel de la dinámica inconsciente. Así, aunque el padre esté ausente físicamente, la madre debe hacer referencia siempre a él para asegurar una situación triangular. Debe decir al niño pequeño: “Si tu padre no hubiera estado aquí, tú no habrías nacido. Tu tienes un padre como todo el mundo y más tarde, lo buscarás. En la actualidad estoy enfadada con él, pero cuando viniste al mundo yo lo amaba. Y como te quiero a ti, eso prueba que había en él cosas muy buenas”. Por desgracia esto no es siempre lo que pasa. Entonces es muy importante que esta reconciliación entre la madre y el niño a propósito del padre pueda hacerse lo más pronto posible.
E: Cada vez hay más madres que trabajan fuera del hogar, incluso cuando su hijo es muy pequeño. ¿Es posible remediar esta ausencia de la madre?
F.D.: Ocurre en efecto que la madre tiene a veces verdadera necesidad de trabajar fuera de casa, por razones de dinero, o todavía más por razones de salud. Lo que hay que decir referente a esto es que el niño no necesita tener a su madre las veinticuatro horas del día. Sobre todo no tiene necesidad de una madre depresiva, como podría hoy estar por tener que quedarse en casa. De lo que el niño tienen necesidad es de estar todo el tiempo seguro junto a una persona fiable y de saber que su madre es su madre y que la otra persona es un sustituto pagado por su madre y responsable por poderes. Lo importante, tenga el niño, quince días, tres meses o dos años, es que se le diga la verdad sobre lo que pasa a su alrededor y le concierne. “Te confío a esta persona. Volveré en seguida”. Y hay que dejar llorar al niño si está triste por la separación.
Es preciso que el niño sepa que él será siempre, irrevocablemente, el hijo de su madre y de su padre y que eso no se podrá cambiar nunca. Lo que digo de la madre es cierto para el padre también. Es bien sabido que a menudo el padre que ha engendrado a un niño no es su papá más tarde. Es sustituido por un padre adoptivo o al menos por el que se convierte en el marido de su madre o a veces, por la madre misma, que debe asumir sola la educación del niño. Entonces es muy importante que el niño sepa que hay un padre que le ha engendrado, aunque él no lleve su nombre porque ha sido adoptado por otro. En cuanto al hombre que vive con su mamá es el papá, es decir, el que le impide el paso al lecho de mamá (función paterna). Es preciso que el niño sienta que la mujer adulta y el hombre adulto que viven juntos tienen prerrogativas que no son de su nivel. Es absolutamente necesario que haya una situación triangular y que la madre responda a las exigencias de otra persona que no sea su hijo. Es esencial. Es la clave de una educación sana.
E. Hay madres solteras y también están todas las madres que, después de una separación se encuentran solas con niños muy pequeños. ¿La ausencia del padre es una carencia seria para el niño?¿Es posible compensar esa ausencia?
F.D.: Para compensar la ausencia del padre, no hay que hacer como si estuviera muerto o no hubiera existido nunca, pues es de suma importancia evitar que el niño piense que sustituye a su padre junto a su madre. Si ésta se consuela de la pérdida de su marido con su hijo o su hija pervierte de algún modo la relación. Este acaparamiento del hijo también puede ocurrir aun cuando un hombre esté presente físicamente en casa. Pues no basta que la madre tenga un cónyuge. Es preciso que se ocupe de él, que lo desee, que ella tenga su trabajo, sus distracciones, sus relaciones, de manera que el niño no ocupe todo el sitio y se dé cuenta de que, haga lo que haga, no conseguirá ocuparlo y que debe más bien abrirse a un horizonte más vasto que el constituido por la madre sola. Y lo que digo aquí no es solamente una cuestión de rol. Es una cuestión de ser. Sin duda, el niño tiene necesidad de su padre y de su madre. Pero, por medio de sus padres, el niño extrae su origen de dos linajes y tiene necesidad de estos dos linajes, y derecho a ellos. El niño tiene necesidad de beber en sus dos linajes, más allá de su madre y de su padre.
E: Se dice que es muy importante sostener a un niño pequeño en brazos, apretarle contra uno, acariciarlo.
F.D.: Yo diría que hay que hacerlo porque se tienen verdaderas ganas y no porque lo hay recomendado tal o cual pediatra. Hay que hacerlo por amor casto al niño, igual que hemos sido amados castamente por nuestros padres. Dicho esto, está bien claro que es completamente natural expresar a un niño por caricias que se le ama, y el niño lo necesita. Se utiliza entonces el lenguaje corporal para comunicarse con él. Pero en el ser humano, el lenguaje corporal debe ser doblado en palabras. La madre debe hablar a su hijo, decirle quién es, que relación tiene con ella...Eso da otra dimensión a las caricias mismas.

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